DE LA OTRA FISURA A LA ACCIÓN RECONSTRUCTIVA:

Artículo publicado el 15 de agosto del 2008

Hoy se cumple un año desde que nuestros hermanos del sur sufrieron una brutal arremetida ocasionada por la naturaleza pero agravada por la situación de pobreza, por la exclusión, por la indiferencia de las autoridades y el maltrato de algunos sectores sociales y empresariales.

Este lúgubre incidente no solo nos hizo ver las fisuras en la superficie terrestre, si no también las fisuras sociales que lamentablemente en situaciones cotidianas pasan desapercibidas ante los ojos de una sociedad adormecida por la mecedora de la trampa del sistema que esclaviza a la acción y al pensamiento orientándolo únicamente a lo inmediato.

El 15 de agosto de 2007 un terrible terremoto sacudió el sur del Perú a las 6.41PM afectando las ciudades de Pisco, Chincha, Cañete, Huancavelica y Lima, dejando como resultado 595 muertos y 318 desaparecidos y miles de viviendas más pobres derrumbadas. Mientras muchos peruanos planificábamos nuestras pequeñas ayudas, otros pretendían sacar provecho de la desgracia, es así que la especulación la empieza la empresa Soyus – Perúbus incrementando el pasaje al sur, posteriormente los alimentos y otros productos donables suben de precio. Por otro lado, los problemas sociales se incrementaron: los delincuentes arrasaban con lo que había quedado y la profunda desorganización social no permitía una correcta distribución de la ayuda; pero lo peor vino de nuestras autoridades, sobre todo de la estúpida soberbia de nuestro presidente Alan García Pérez. El 21 Agosto 2007 Carmen De Carlos corresponsal de ABC señaló lo siguiente en su página web (www.abc.es):

“La soberbia de Alan García. El presidente de Perú dijo que sobraban médicos,
negó el pillaje y se empeñó en convencer al mundo de que tenía la situación bajo
control. Cuatro días después de la catástrofe, miles de personas seguían
desasistidas.
La verborragia y la falta de sensibilidad de Alan García.
Famoso por su dominio del lenguaje, el presidente de Perú afiló la lengua para
cortar de cuajo las críticas y despreció la cooperación española. A los bomberos
catalanes les dijo, “el que tenga miedo que se marche”. Habían estado en medio
de una “balasera” mientras buscaban muertos entre las piedras. A la ONG de
médicos, Salvamento y Rescate, la mandó a la Embajada de España y le advirtió:
cuando se viene a trabajar se viene a trabajar. Los doctores reclamaban más de
cien toneladas de material que llevaban dos días bloqueados en Lima”.

Lo que más importó (a la clase política) al gobierno es conservar su imagen política más que el reconocimiento objetivo de las consecuencias, dejando de lado el sufrimiento de los damnificados. Los maltratos de la clase política y del gobierno empezaron desde el primer momento, debido en primer lugar a su ineptitud e ignorancia en el manejo de las instituciones y sus redes de información, luego continuaron en forma deliberada por razones políticas y económicas.
Pero mas allá de la inoperancia del gobierno a través del FORSUR, de las desconfianza en la autoridades, de los intereses políticos y económicos, de la delincuencia común; es decir, de la delincuencia en corbata y de la delincuencia en zapatillas, se encuentra una población que requiere con urgencia se establezca un puente entre su precaria situación de abandono y la mejores condiciones de vida para todos. Ya no con medidas asistenciales que ha sido de mucha ayuda y lo siguen siendo, sino con proyectos de altos impacto positivos en la vida económica y social.Que las fisuras sociales que ha descubierto el terremoto al mundo sean elementos para la más grande reflexión sobre las condiciones en las cuales descansa las relaciones humanas. Que nos de la suficiente indignación para decir BASTA y empezar a no ser simplemente espectador de nuestras vidas, si no protagonistas activos en la reconstrucción de una sociedad inclusiva con gobernantes honesto y responsables.